lunes, 24 de febrero de 2014

Lorién 18



No recuerdo con precisión como fue aquel día, quiero suponer que colegio, recreo, rutina, total con 6 años no es que la agenda de uno esté repleta de actividades, aunque lo nuestro siempre ha sido hacer muchas cosas, pero tampoco es momento de tirarse flores. Pero supongo mal porque ese día era sábado y claro la teoría del colegio queda automáticamente desmontada.

Era sábado y desde la noche anterior estábamos en casa de la Abuela con ella y con la tía Reme, a media tarde supongo que mi padre vino y nos contó lo que hoy celebramos. Bueno esta introducción ha sido breve y concisa en la medida de lo posible para situar cual preludio el desarrollo de la Ópera. 

No pretendo enrollarme quiero expresar sentimientos, quiero decir que mi vida es mucho mejor desde entonces, que es evidente que las tensiones de compartir habitación son íntimamente menores que la intensidad de conversar en ella, de compartir cosas tan importantes como las piezas fáciles de Czerny o toda la colección de Asterix, de compartir miradas, sueños interrogantes, momentos de dolor, momentos de risa, compartir los gritos propios y los ajenos, ser el que grita y ser al que gritan.

Es un recorrido que jalonan miles de notas musicales, miles de armonías, de canciones, de pelis de sumas restas, deberes cansinos, deberes divertidos, de juegos de ordenador, de play y de compartir ropa o de soportar directamente como te la cogen sin preguntar. Momentos donde cada fotograma es la sucesión de recuerdos la mayoría complicados, pero donde la voluntad y la sonrisa han sido el jardín donde hemos mitigado llantos, nos abrazado frente a penas y elaborado planes para ser felices.

Si hoy fuera yo el que pidiera un deseo, este sería que todo lo que ocurrió aquel 24 de Febrero volviera a suceder íntegramente, porque a estas alturas de mi vida, no pudo permitirme el lujo de perder tanta astucia a mi alrededor, tantos pensamientos sólidos y sobre todo tanto humor, porque partirse la caja es algo edificante en los tiempos que corren y uno necesita a su alrededor risa, humor y sobre todo que la gente se muestre tal como es, y eso es lo que más valoro de ti Bicho, que eres tú y siempre has sido tú, que te creces y que ríes, te mueves, eres solidario y haces feliz a los que te rodean siendo tú, eso vale mucho ahora mucho más.

Y necesito, tu piano tú violín, tu caótica agenda, tu basket y sobre todo tu capacidad de estar ahí siempre que se te necesita con un pensamiento equilibrado  pero disimulado de alguna de esas socarronerías tan propias de tu parte más maña, porque aunque físicamente eres del matarranya, ya sabes que  en palabra y obra eres totalmente vaquillero.

¡Felicidades Bicho, te diría te quiero pero eso es poco para lo que siento por ti hermano!

No hay comentarios:

Publicar un comentario