La vida en el hotel es impersonal, cuatro paredes exentas de interés
con escasez de cuadros interesantes y de mínimos elementos que inciten a yo que
sé….Lo cierto es que la vida en un hotel es aburrida, he dicho lo de impersonal
por comenzar con un pie más o menos delicado pero ¿Por qué serlo? No hace
falta, las cuatro paredes de este hotel son aburridas y horrorosas.
Yo soy arquitecto (caras de sorpresa incredulidad e
incomprensión) Ya, es lo que me suele pasar cuando lo digo, me he esforzado
tanto en ser el músico que cuando digo lo que he dicho, el mundo se rasga las
vestiduras y mi yo se queda cansado en un rincón, esperando dormirse, pero yo
tengo un grave problema de sueño, por tanto mi yo se queda quieto parada y sin
decir nada, solo esboza una sonrisa y repite que yo soy Arquitecto.
Me está costando hacer este alicatado de palabras sin
utilizar ningún símil musical, claro ¡no te jode! Dos años hablando en este
Vampiro de Adagios, alegros fusas y corcheas, como para que ahora resulte fácil
dejárselas en la carpeta correspondiente. Pero todo esto no me aparta de la
senda por la que hoy camino, no es el recorrido de baldosas amarillas, aunque tratándose
de construcción bien pudiera serlo. Camino por la arquitectura y es el
instrumento elegido para no decir nada o decir aquello que no sé decir, hace
dos años un 15 de Abril mi hermano pequeño me hizo este blog, solo me preguntó
el nombre que quería darle, luego el hizo sus aportaciones estéticas, y ellas
fueron soporte durante un año; luego llegué yo y lo cambié porque yo suelo
cambiar las cosas aunque como buen hijo de mi patria soy tenaz (no confundir
tenacidad con cabezonería) y necesito un decorado acorde con mi manera de
actuar.
Esto desemboca en que las habitaciones de los hoteles –éste en
concreto- son impersonales. Una semana en Londres y la vida en un hotel es
cenicienta, la cama nunca acaba siendo tuya, el baño tampoco, siempre hay una
sensación de orden cada tarde cuando vuelves que te resulta de tan aséptico
aburrido, de tan ordenado una puerta a la locura.
Me dedico a dibujar, me siento en la cama y con el cuaderno y
el lápiz hago dibujos raros, últimamente mi obsesión es el agua, tampoco es una
obsesión era como al principio un intento de ser delicado y yo no soy delicado,
soy más bien arisco, soy directo, soy el arquitecto aunque no soy artista,
últimamente he leído cosas sobre los artistas y no suelo estar de acuerdo con
casi ninguna. Yo solo soy el que desordena la cama con su lápiz y su cuaderno y
dibuja torrentes de agua, lagos, sirenas y piedras que van saltando y haciendo
ondas. Llevo un rato haciendo dibujos y la cama ha perdido esa tersura de las
sábanas de hotel, rígidas como cal viva en una
fachada del sur.
Si esto lo estuviera escribiendo uno de los intelectuales que
acuden con cierta asiduidad al saloncito de Madame Susseau, diría aquello de: “la
belleza de los arquitectos y las torres creadas, donde los miradores son caricias
de Zeus y el pensamiento se respira como el elixir de eternidad esa que fragua
Hefesto en su yunque de lava y caverna” Bien a estas alturas entrareis en
coincidencia conmigo y tendréis la percepción de que este tipo de chorradas
solo las puede escribir la gente que va a ese saloncito.
He disfrutado mucho con Vitrubio, con ciertos aspectos de
aquello que ha sido crear el espacio de los espacios, ya sé que eso es tan
relativo como lo del arte dentro del arte, pero al menos hay aguas que siempre
son cristalinas porque corren con la libertad del torrente y la sabiduría del
arroyo, Y siempre llego a Alberti, sus papeles sus conceptos que son mera
ilustración aunque yo navego en esas líneas y en ese mundo de titas pretéritas pensando
en el maestro, en las obras y en el aprendiz, pensando en agua que mueve mi
vida.
Nadie....... es algo demasiado grande para referirme a lo frío y
triste que es estar en un hotel con unas paredes tan oscuras, si de mí
dependiera las forraría con papeles del tratado de Alberti, aunque solo tuviera
lágrimas para pegarlas, a fin de cuentas son parte de mi tema favorito para
dibujar, el agua.