viernes, 31 de mayo de 2013

Un clarinete en Valderrobres



Muchas personas suelen asociar el clarinete como un instrumento de Banda, quizás porque su misión en las partituras para banda es importantísima; en las bandas predomina el viento y este es del viento, el más sutil. Sin duda estamos ante un instrumento que tiene precisamente un sonido de aromas envolventes como santo y seña.

Creo que el concierto para Clarinete y orquesta de Mozart es una composición de gran belleza y construcción de la armonía aunque no es ahora enjuiciarla técnicamente, personalmente es una partitura importante en mi vida, y esto es lo que hace que la haya elegido para esta semana de la música. Precisamente porque hay una persona que ha sido un ejemplo en mi vida de tesón y lucha por la música, pero también por otros aspectos de la vida que lo hacen tan grande para mí. Se trata de mi abuelo Andréu al que no tuve la suerte de conocer ya que falleció cuando mi padre solo tenía 4 años.

Mi abuelo era de Valderrobres en la comarca del Matarranya, provincia de Teruel. Cuando tenía 6 años e iba a la escuela pública se incorporó un maestro que sabía música. Se llamaba Rafael y era de un pueblo de Castellón llamado Nules. Don Rafael tocaba el clarinete y fue eligiendo a los distintos niños de aquella escuela elemental para enseñarles solfeo y las primeras lecciones de música. La conexión entre maestro y alumno a través de la música fue rápida e intensa. Parece, por lo que dice mi abuela, que el oído del pequeño Andréu era excelente y que en dos años había aprendido solfeo con soltura y se manejaba bien con las notas del clarinete; y solo con 8 años. Claro está que el clarinete era el de Don Rafael.

A través de los contactos de el maestro con distintos músicos de Castellón, mis bisabuelos pudieron comprarle un clarinete de segunda mano (tal vez alguna más) a mi abuelo, que costó la nada despreciable cifra para aquellos años de 97 pesetas del año 1934. Con clarinete parece que el progreso de Andréu fue significativo, pero como poco dura la alegría en casa del pobre, llegó la guerra y la guerra no solo afectó evidentemente a mi abuelo. Claro está, todos los ciudadanos del país se vieron afectados; ante el cariz de los acontecimientos evidentemente se acabó la música y llegó la tristeza de cambiar el sonido de la notas por el sonido de las balas.

Terminada la guerra y ya con 14 años se acabó la escuela -a trabajar al campo-. Pero la música es como una hada que cuando te rocía con polvo de estrellas no puedes abandonarla y todos los sábados un interminable viaje en tren hasta Alcañiz para seguir con las clases que un músico local daba al módico precio de 1.50 pesetas. El viaje una odisea que mejor os lo cuento en otra ocasión. Y así, Andréu y su clarinete de ocasión o tal vez de varias ocasiones, le fueron acompañando a lo largo de su vida; de hecho cuando tenía 20 años con el resto de compañeros de aquella generación que había iniciado Don Rafael, crearon una primitiva Banda de música en Valderrobres que poco a poco se fue disolviendo por ese otro estigma que fue la emigración para tantos pueblos del Aragón más rural.

Andréu marchó a vivir a Tortosa, y allí nacieron sus hijos mis tías y mi padre y trabajó duro, formó parte de la Banda de Música tortosina, su gran pasión. Como me cuenta mi abuela “el diumenge al matí, abans de sortir de casa, tocava el clarinet i ens feia ballar a tots” .

Con 30 años se marchó a tocar el clarinete entre las estrellas y las hadas. Os cuento que tanto el clarinete traído desde Castellón como uno de nueva factura comprado en Zaragoza poco antes de morir, los conserva mi abuela. Puedo decir que contemplarlos es una emoción enorme.

Por último quiero homenajear a Don Rafael. Como podéis imaginar, fue detenido tras la guerra civil y enviado a un campo de concentración por rojo, y debo decir que la intervención decisiva del párroco de Valderrobres evitó un final trágico y consiguió la puesta en libertad del maestro. A cada cual lo suyo y mi agradecimiento pues al Señor Cura. Don Rafael no volvió a ejercer de maestro y acabó trabajando el campo en Castellón. Pero siguió con la música a través de la Banda de Música de Xilxes de la que sería director. Falleció en 1980. Mi recuerdo para él y todos esos profesores anónimos que hacen de la música un vehículo para hacernos mejores y esto quiero recordarlo ahora que estamos en esta zozobra de recortes sin sentido que envilecen la enseñanza de forma mezquina.

sábado, 4 de mayo de 2013

PRIMAVERA MUDA


Un sol de silencio, rayos de luz sobre la luz recorren las calles, pero hay silencio un silencio que no es de crisis -no solo- un silencio que me recuerda que las personas perdieron el sol, la primavera paso a un escaparate y ahora la gente calla ante los rayos de sol de la luz luchando contra si misma. Demasiada Televisión, demasiado tiempo en casa; aire libre ese donde cada espacio es una ventilador en una mente demasiado alienada por una fiebre llamada consumo.


Primavera muchas veces de flores tristes, de conversaciones vacías, de notas que no terminan de sonar, el café la charla pero el puro aire que no termina de purificar la mente. Me pregunto ¿que hago escribiendo esto? NO hay una respuesta certera, tal vez porque paseo y la primavera las flores se han convertido en un objeto de diseño, algo que se consume que pasa de una mano a otra pero ya sin magia, sin armonía, sin que lo metafórico tenga importancia. Flores del mal -siempre Baudelaire- ahora convertidas en malas flores.


Esta mañana hice esta foto cerca de mi casa, es una pequeña jardinera que hay en la Plaza Anatolle France, junto al supermercado. Lo arido tiene la nitidez de los momentos duros y la rosa en un plano borroso, donde la fragancia mental se ha perdido, resistir con las ironías frente a la vida, con conjugaciones del irregular pensar como método.