domingo, 10 de febrero de 2013

A mi que nada se me olvida





Han sido años en el que el repertorio musical que me has enviado para justificar lo injustificable, ha ido de Berna a Bratislava y de pascuas a ramos. Pero como todo tiene su principio y claro está por ésta misma razón su final, tú última aparición con una canción de olvidos y de  “por eso aún estoy en el lugar de siempre” lejos de hacerme comprensible esta absurda situación me ha parecido que no se puede ser ni tan histérica ni tan agobiante ni una ni otra ni las dos a la vez.

En mis 23 años (escritos con número) creo que has sido el mayor error de mi vida con diferencia, y esta diferencia viene marcada por apariciones estelares, por correos pastosos y llenos de inquina por una parte y de una dudosa por no decir fea utilización de adjetivos que van del fuego al hielo y del cielo al infierno. Creo que el infierno es un sitio donde no coincidiremos porque tenemos ideas muy distintas del principado de las tinieblas, como tenemos ideas muy distintas de la música del arte de la vida en tono global, eso durante mucho tiempo fue algo que resultaba agradable -bello incluso- hasta que la diferencia se convierte en obsesión y decides trashumar de la relación de “Colegas” a la obsesión desmesurada por tener a tu lado el mejor de los trofeos.

Me resulta cómico, que pudiendo elegir a Mana, me aparezcas con una cantante cubana que desconocía, pero gracias a la red y a que uno no pierde su capacidad de curiosidad no he tardado en saber vida y milagros de la cantante y su obra, y he de decir, que mejor esta elección que cosas como Ángela Carrasco y Camilo Sesto con los que me has relatado tus momentos de culebrón venezolano y tus estados multiplex de desolación al más puro estilo prensa rosa.

Ya te decía yo que la música me la dejarás a mí y no te embarcaras en cruceros en los que te mareas, ahí debe estar el nudo gordiano de la cuestión, que no aguantas que no se acepte tu propuesta de crucero en la vida y tengo que decirte, que la vida es tan detestablemente corta que lo verdaderamente sublime es encontrar la persona adecuada para hacer un crucero donde las tormentas son intensas y traicioneras.

Espero que tras resolver los lienzos pendientes; en el inmenso almacén de los sueños y las nubes de algodón se quede un pasado que has pretendido estirar hasta el presente, y sobre todo, has querido hacer presente y futuro y los imposibles de alto calaje te vienen un tanto grandes. 

La mayoría de las veces eres la invitación a la senda del olvido y esa es la que quiero recorrer, sin más necesidades como dice el maestro Borges “Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”. Me permito elegir a la misma distinguida cantante cubana para decirte con tranquilidad y ante un cielo parisino plomizo y frío un adiós sin más.