La habitación tiene todavía una densa atmósfera, contrasta cuando salgo al pasillo, como si una ligera brisa acariciara una piel todavía en brillos, hay un cambio de temperatura, una drástica disminución del calor.
-Siempre acabas en la misma esquina, con la vista perdida.
-Me cuesta reaccionar, todo es confusión.
-Eso ya lo he oído antes.
-Nadie debe saber esto, todo el mundo debe seguir pensando que no me caes bien, que para mi eres un engreído y que no te soporto.
-No diré nada que no sepas, ese es tú problema, no el mío, tú viniste a mí, tú te metiste en mi cama, y cada martes estás aquí con exquisita puntualidad.
El aire se iba enfriando poco a poco, seguíamos con una leve luz, sin que se hiciera necesaria mayor luminosidad, es como si cada martes hubiera al amparo de esa luz, una sucesión de movimientos, en un tablero de ajedrez imaginario, donde los papeles variaban según la partida, según los instantes entre sabanas, a veces los previos y otras veces los posteriores.
-Ponte por un momento en mi lugar.
-No
-¡No entiendes nada!
- ¿Entender?... entender, que naufragas en tú mundo porque pretendes que el mundo real se fusiones con él…… entender que qué navegas por la literatura de la seducción y acabas sumergiéndote en el pecado cuando este lleva unos Calvin Klein ajustados.
-No sé porque sigo contigo
- Porque te gusta, porque llevas tanto tiempo buscando el lado oscuro que una vez que lo has encontrado entras en un éxtasis de locura pleno y eso te genera un adicción que te hace feliz.
-Nadie debe saber esto.
-La mítica preocupación que nadie lo sepa, que nadie sepa que la más brillante de las mentes, se pone de rodillas y mendiga placer, que nadie sepa que morando el Olimpo se baja la tarde de un martes a un Hades de lujuria. Pero sobre todo………………que nadie sepa que te gusta, que gozas, gritas y jadeas, que entras en un frenesí de locura, que tu verdadero instinto sale y no quiere volver a entrar.
-¡Calla por favor! Para ti es muy fácil eres la parte más canalla, disfrutas porque me haces sufrir, disfrutas porque sabes que no pasa ni un minuto sin que piense en ti.
Suena la alarma del móvil, me pongo mi camiseta y miro de manera amplia la habitación, la cama desecha, su figura en la esquina, todavía sin vestir, entre pensamientos y deseos, entre miradas vagas y suspiros sin afinar.
-Cada persona es dueña de su vida, yo soy lo Canalla que tú quieras que sea, en el fondo buscabas tú novela y la has encontrado.
Las siete de la tarde, ahora si la luz general en la habitación, las sombras y volúmenes de las sabanas, que constituían una geografía pasional, han desaparecido con el torrente lumínico, queda el desorden, los pensamientos en cierto compás de lamento, que siguen resonando en cada pared, queda ese aroma de perfumes contrapuestos, esos gritos que se adhieren a la habitación como una segunda piel de tono.
- Nadie debe enterarse
- Te conformas con tan poco que nadie debe enterarse, y cada vez que concluyas que soy un pedante y un engreído, tú serás quien respire aroma de martes.
- Cuídate por favor, voy a coger el metro.
- El martes acuérdate de traerme el libro de Octavio Paz
- No se me olvidará........hasta el martes.