Cuando su esquela cayó en mis
manos, me costó reacciona, ni por edad ni por el nombre en primera instancia ni
por la edad podía sospechar lo que segundos después constaté. Carmen Lucía La
Besugueria había fallecido el día anterior, ya había sobrepasado los ochenta y
tantos y ciertamente recordé que hacía como 5 años o más que no la había visto,
el último recuerdo era una mañana de verano por la calle nueva, con esos
collares que tanto la caracterizaban, ese tono de peluquería barata y alguno de
esos abrigos de paño que eran tan de “ella”.
Es mujer de dudoso gusto vistiendo
y peor gusto hablando, siempre quiso ser La primera Dama, para ello en cierta
manera se preparó desde que avistó el mal llamado “sistema democrático allá por
el fin de los grises setenta. Carmen Lucía La Besugueira era de normal familia
humilde y de barrio, como tantas niñas de su edad el primer trabajo consistió
en servir en una casa bien.
Con el destello de los 20 años
conoció a Sánchez Sánchez, un rechoncho representante de mata cucarachas que
con sede en Cuenca viajaba por el este peninsular, de su misma ciudad Sánchez
Sanchez, había sido camarero del café comercial, pequeño regordete y calvo,
pero para Carmen Lucía La Besugueira el amor de su vida, se casarón y fruto de
esa relación nacieron tres hijas y un hijo el mayor, siempre al lado de su
padre puesto que parece que los estudios no terminaban de ser su mayor
preocupación, una humilde casa en la calle San Francisco y la vida se
desarrollaba de forma normal.
Con los cambios acaecidos,
Sánchez Sánchez pasó a militar en las filas socialistas, tantos años de
viajante de conferían un conocimiento de la zona efectivo y no tardó en medrar
y hacerse con las riendas del partido, capitaneando una cuadrilla de mediocres,
tipo el fontanero, el gallego y el simpar leonés profesor de tractores un
cuerpo sin cerebro y sin talento que gritaba a los cuatro vientos eso de “cuando
ganemos yo seré Gobernador Civil”. Empezó así la carrera de Carmen Lucía La
Besugueira en pos de ser una primera dama, en su fuero interno sabía que tarde
o temprano “tocarían poder” y entonces Sánchez Sánchez que era Secretario
Provincial, sería cuando menos Presidente de la Diputación.
Entre sus vecinas tenía fama de “tonta”
básicamente sus collares y abrigos eran considerados “Exagerados” para la
mayoría, debo reconocer que alguna de esa mayoría tampoco vestía de Dior
precisamente. Las hijas por otra parte
merecen un capítulo aparte, por tanto solo diremos que si había un perfil donde
se pudieran encasillar podría ser el factor hortera, por tanto próximamente un
texto exclusivo de las Hijas de Carmen Lucia La Besugueira.
Los tiempos pasaban y las crisis
también llegaban al liderazgo de Sánchez Sánchez, se cuestionaba, incluso en un
Congreso se le criticó abiertamente, porque siendo candidato al Senado no había
alcanzado grandes resultados. La Propia Carmen Lucía La Besugueira no se corto
lo más mínimo y estiró de los pelos a varia compromisarias por haber criticado a
su marido, la crisis se desató y desde ese momento todo el congreso comentó el
hecho en el que la mujer de Sánchez Sánchez había perdido los papeles.
Aún así la tendencia de mediocres
que capitaneaba el Secretario General que en los círcucos más privados del
partido era conocido como el premier, resultó triunfadora, por ello el
incidente de Carmen Lucía La Besugueira no alteró los resultados y Sánchez
Sánchez se vio en disposición de dar grandes saltos de cara a los próximos comicios
y no quedarse corto en sus aspiraciones, de igual manera su mujer hacía planes
también.
No hay nada más ingrato que la
política, ingrata para los ciudadanos que tienen que soportar incompetentes en
puestos claves claro, pero la traición se estaba gestando dentro de la camrilla
de Sánchez Sánchez, el fontanero y el gallego estaban urdiendo un plan para
llegar a un acuerdo con el de telefónica y el administrativo del Banco
sabedores que el premier no era un buen cartel para casi nada.
Y la conjura se desarrolló según
los conjuradores tenían previsto; a la hora de confeccionar las listas Sánchez
Sánchez no obtuvo ninguno de los puestos de privilegio, esos que aseguran rueda
y hogaza parlamentaria, un puesto número ocho en las autonómicas y
evidentemente no salió. El hombre que había acabado con la mitad de las
cucarachas en el este del país y del que se decía que tenía una “amiguita” en
Cuenca, se quedaba sin formar parte del arco parlamentario ni siquiera el de
pedrea. Días más tarde caía fulminado por un infarto sin que nada se pudiera
hacer para salvarlo. Carmen Lucía la Besugueira que para muchos era en parte
una musa de los mediocres que se habían hecho con el partido, quedaba viuda y
sin la posibilidad ni remota de ser una primera dama. Hace quince días fallecía
ella, pasados los ochenta. Al menos vio pasar por la puerta de su Haima al
fontanero y al de telefónica unos años antes, es lo que tienen los proverbios moros
y los collares y abrigos de difícil definición.