viernes, 22 de noviembre de 2013

LA BESUGUEIRA


Cuando su esquela cayó en mis manos, me costó reacciona, ni por edad ni por el nombre en primera instancia ni por la edad podía sospechar lo que segundos después constaté. Carmen Lucía La Besugueria había fallecido el día anterior, ya había sobrepasado los ochenta y tantos y ciertamente recordé que hacía como 5 años o más que no la había visto, el último recuerdo era una mañana de verano por la calle nueva, con esos collares que tanto la caracterizaban, ese tono de peluquería barata y alguno de esos abrigos de paño que eran tan de “ella”.

Es mujer de dudoso gusto vistiendo y peor gusto hablando, siempre quiso ser La primera Dama, para ello en cierta manera se preparó desde que avistó el mal llamado “sistema democrático allá por el fin de los grises setenta. Carmen Lucía La Besugueira era de normal familia humilde y de barrio, como tantas niñas de su edad el primer trabajo consistió en servir en una casa bien.

Con el destello de los 20 años conoció a Sánchez Sánchez, un rechoncho representante de mata cucarachas que con sede en Cuenca viajaba por el este peninsular, de su misma ciudad Sánchez Sanchez, había sido camarero del café comercial, pequeño regordete y calvo, pero para Carmen Lucía La Besugueira el amor de su vida, se casarón y fruto de esa relación nacieron tres hijas y un hijo el mayor, siempre al lado de su padre puesto que parece que los estudios no terminaban de ser su mayor preocupación, una humilde casa en la calle San Francisco y la vida se desarrollaba de forma normal. 

Con los cambios acaecidos, Sánchez Sánchez pasó a militar en las filas socialistas, tantos años de viajante de conferían un conocimiento de la zona efectivo y no tardó en medrar y hacerse con las riendas del partido, capitaneando una cuadrilla de mediocres, tipo el fontanero, el gallego y el simpar leonés profesor de tractores un cuerpo sin cerebro y sin talento que gritaba a los cuatro vientos eso de “cuando ganemos yo seré Gobernador Civil”. Empezó así la carrera de Carmen Lucía La Besugueira en pos de ser una primera dama, en su fuero interno sabía que tarde o temprano “tocarían poder” y entonces Sánchez Sánchez que era Secretario Provincial, sería cuando menos Presidente de la Diputación. 

Entre sus vecinas tenía fama de “tonta” básicamente sus collares y abrigos eran considerados “Exagerados” para la mayoría, debo reconocer que alguna de esa mayoría tampoco vestía de Dior precisamente.  Las hijas por otra parte merecen un capítulo aparte, por tanto solo diremos que si había un perfil donde se pudieran encasillar podría ser el factor hortera, por tanto próximamente un texto exclusivo de las Hijas de Carmen Lucia La Besugueira.

Los tiempos pasaban y las crisis también llegaban al liderazgo de Sánchez Sánchez, se cuestionaba, incluso en un Congreso se le criticó abiertamente, porque siendo candidato al Senado no había alcanzado grandes resultados. La Propia Carmen Lucía La Besugueira no se corto lo más mínimo y estiró de los pelos a varia compromisarias por haber criticado a su marido, la crisis se desató y desde ese momento todo el congreso comentó el hecho en el que la mujer de Sánchez Sánchez había perdido los papeles.

Aún así la tendencia de mediocres que capitaneaba el Secretario General que en los círcucos más privados del partido era conocido como el premier, resultó triunfadora, por ello el incidente de Carmen Lucía La Besugueira no alteró los resultados y Sánchez Sánchez se vio en disposición de dar grandes saltos de cara a los próximos comicios y no quedarse corto en sus aspiraciones, de igual manera su mujer hacía planes también.

No hay nada más ingrato que la política, ingrata para los ciudadanos que tienen que soportar incompetentes en puestos claves claro, pero la traición se estaba gestando dentro de la camrilla de Sánchez Sánchez, el fontanero y el gallego estaban urdiendo un plan para llegar a un acuerdo con el de telefónica y el administrativo del Banco sabedores que el premier no era un buen cartel para casi nada.

Y la conjura se desarrolló según los conjuradores tenían previsto; a la hora de confeccionar las listas Sánchez Sánchez no obtuvo ninguno de los puestos de privilegio, esos que aseguran rueda y hogaza parlamentaria, un puesto número ocho en las autonómicas y evidentemente no salió. El hombre que había acabado con la mitad de las cucarachas en el este del país y del que se decía que tenía una “amiguita” en Cuenca, se quedaba sin formar parte del arco parlamentario ni siquiera el de pedrea. Días más tarde caía fulminado por un infarto sin que nada se pudiera hacer para salvarlo. Carmen Lucía la Besugueira que para muchos era en parte una musa de los mediocres que se habían hecho con el partido, quedaba viuda y sin la posibilidad ni remota de ser una primera dama. Hace quince días fallecía ella, pasados los ochenta. Al menos vio pasar por la puerta de su Haima al fontanero y al de telefónica unos años antes, es lo que tienen los proverbios moros y los collares y abrigos de difícil definición.