Ópera en tres actos, basada en el drama del mismo título de
Josep Feliú i Codina, letra y música de Tomás Bretón. Estrenada en el Teatro
de la Zarzuela de Madrid el 16 de Marzo de 1895. La acción transcurre en
Calatayud en algún momento de 1830.
Cuando en 1894 Tomás
Bretón estrena en el teatro de la Zarzuela de Madrid la Ópera la Dolores, no
pocas vicisitudes le han ocurrido con la que sin duda es la Ópera verista
española por excelencia. De un lado el enfrentamiento con Emilio Arrieta
compositor de la archiconocida Marina y el dominio que este tiene de la
programación del Teatro Real, abocan a Bretón a estrenar la Ópera en el coliseo
de la Zarzuela madrileña.
El compositor con La Dolores, continuaba su apuesta por la Ópera
española, obras como Guzmán el Bueno, Los Amantes de Teruel, o Garín de temática catalana estrenada en el
Gran Teatre del Liceu, precedían a esta composición basada en la obra del
catalán Feliú y Codina; una versión teatral sobre un romance que decía haber
oído en Calatayud en un viaje de regreso a Barcelona desde Madrid y que había
sido estrenada en 1891.
Es el propio Bretón quien adapta la obra al libreto de la
Opera; la partitura de la Dolores presenta por una parte la apuesta por el
verismo como formula operística alejándose Bretón del neo-romanticismo
imperante en la Ópera italiana del momento y por otra una sutil influencia
Wagneriana en la concepción del drama lirico con evocaciones que recuerdan al
genial músico alemán.
En La Dolores Bretón acentúa los elementos populares, el
rango principal de la obra es Dolores un chica que trabaja en la taberna, pero
que se considera una mujer libre y presume de dicha libertad. Nada le ata es
libre en sus movimientos en su sexualidad y en su forma de entender la vida en
una sociedad rural en la que despierta deseos, los de Patricio el joven rico de
la ciudad, también los de Celemín amigo de este y de buena posición social, el
Sargento Rojas llegado con un destacamento y por último Lázaro, ahijado de la
Tabernera ex-torero de baja estopa y ahora seminarista.
Es por ello que la trama de La Dolores se desarrolla en la
plaza y en las calles de la Ciudad de Calatayud, al igual que Bizet y Merimé hicieran con
Carmen y las calles de Sevilla o posteriormente Puccini hará con La Boheme en
las calles de París. El otro personaje en discordia es Melchor, joven barbero
de la ciudad con el que Dolores tuvo un romance y que será objeto de iras de
los pretendientes, versa pues la Ópera sobre las pasiones que despierta una
mujer libre, en una sociedad injusta y fea.
Teatro Real 2004 Gran Jota con la que concluye el primer acto, coreografía del
bailarín aragonés Miguel Ángel Berna
Hasta aquí los hechos narrativos y literarios junto con el
verismo como línea musical. En España la Ópera suscitó un gran debate en los
años finales del siglo XIX, hasta hubo en los primeros del XX una interpelación
parlamentaria sobre la llamada “Ópera nacional”; muchos compositores como
Ruperto Chapí o Amadeo Vives consideraban que la Opera en España era la
Zarzuela Grande, obras que tenían un tono más dramático y la duración de una
Ópera es decir de dos a tres actos, vamos con dos bellos ejemplos La Tempestad
de Chapí o La Villana de Amadeo Vives, ésta basada en Peribañez y el Comendador
de Ocaña y en la que solo la declamación (parte hablada) es de 23 minutos en
toda la representación.
Es un debate interesante, el propio Chapí estrenaría en
febrero 1909 en el Teatro Real Margarita la Tornera Ópera basada en la obra
homónima de Zorrilla, Chapí moriría en Madrid un mes más tarde. Bretón que pese
a ser un decidido compositor de Ópera es más conocido por su obra musical La
Verbena de la Paloma, una pieza del llamado “Género Chico” busca más
decididamente la Ópera cuya partitura guarde elementos de la música popular, en
este sentido se convierte en un músico de corriente nacionalista al igual que
Granados, Albeniz o el propio Falla, sin olvidar a grandes compositores como el
propio Chapí, Vives o el gran Gerónimo Giménez, si en La Dolores Bretón
introduce una gran jota, en Garín hizo lo propio con una Sardana.
En 2004, el Teatro Real de Madrid abrió su temporada de Ópera
con La Dolores de Bretón, con la escenografía de Juan Carlos Plaza que dio un
toque al maravilloso escenario del Real con cierto ambiente que evocaba desde
Zuloaga y su pintura popular a la maestría vanguardista de Tapies y la no menos importante dirección musical de
Antoni Ros Marbá sin duda un excelente director de orquesta -puedo decirlo en
primera persona- y un conocedor de esta partitura a la que dio un sello de
calidad y refinamiento indescriptible. Guardo un recuerdo imborrable de esa
oportunidad de ver La Dolores en directo en un gran teatro de Ópera con la
magnífica interpretación de la soprano portuguesa Elisabete Matos y la
importante presencia del tenor mejicano Alfredo Portilla y el tenor Javier Alonso en los papeles de Lázaro y Celemín.
Teatro Real 2004 Dúo de Lázaro (Alfredo Portilla) y Celemín (Javier
Alonso)
Un dato, Bretón llevó la Ópera a París en 1902 y
posteriormente la dirigió personalmente en el Teatro Colón de Buenos Aires. En
1923 fue de nuevo representada en el Teatro Real con el gran tenor aragonés
Miguel Fleta y la soprano Ofelia Nieto. Me debía a mi mismo escribir en el
Vampiro sobre esta Ópera, se lo debía a mi hermana que me lo ha pedido en
multitud de ocasiones, a veces uno puede ser buen profesor de música y mal
músico y a la inversa excelente músico y mal profesor, muchas veces calificar
al profesor depende de que los alumnos tengan mucha verborrea y poco oído, para
eso lo mejor es darse de baja e irse a sitios donde haya más oído y mejor acompañamiento.
Con un instrumento para hacer un solo hay que intentar ser muy bueno y si estás solo es
porque no eres bueno.