martes, 21 de febrero de 2012

Febrero (III) Buscando un sutil Allegro



A mis hermanos, ellos son mi fortuna

A mi Héroe:

¿Existen los diálogos sordos? Tal vez existan pero en otra dimensión para ti y para mi desconocida por el momento, pero además se trata de una dimensión que no queremos conocer, precisamente porque los nuestros son diálogos intensos, llenos de palabra, de sentimiento y de esencias que nos han hecho estar permanentemente unidos, la unidad crece como los plantas, nosotros hemos regado ese jardín con constancia, hemos quitado las malas hierbas denodadamente y sobre todo hemos disfrutado haciéndolo.

Hoy es 21 de Febrero, hoy es un día que quiero ser tú, que quiero estar contigo y no puedo, el no poder, me enrabieta hoy es el día de esa batalla que llevo librando contra Febrero desde que me di cuenta de cuanta oscuridad venía detrás de él. Hice siguiendo sabios consejos una caja de luz, pero su oscuridad es grande y no viene en son de paz. Quiero estar contigo, quiero estar a tu lado, porque todas las luces que se pierden en mis recuerdos más lejanos van asociadas a ti, todos mis despertares, mis sensaciones, mis pasos, se reflejan en ti. Quiero estar contigo porque tu sola presencia me ayuda, me acompaña a ser mejor, porque tengo tantas cosas que agradecerte que necesitaría no una hoja, no un blog, necesitaría millones.

Estos días te echo de menos con la intensidad de quien necesita una fragancia de jardín propio, añoro tus gestos, tus miradas, tus palabras –sabias palabras- y tu fuerza, esa que es titánica esa que solo  es conferida a los héroes como tú. La vida me doy cuenta que está llena de sombras, pero estas solo se dejan ver con más nitidez, cuando son muchas, y eso es lo que me pasa, que veo sombras, que me siento rodeado de esas sombras, yo necesito esa gestualidad que me protege de las sombras, esa sonrisa que ilumina mi espacio como decía Benedetti, cuantas tardes lo hemos leído, le hemos puesto música.

Es fascinante tener al lado alguien que con plena sabiduría se convierte en bálsamo de las sensaciones afligidas, alguien como tú, capaz de escudriñar las causas y los efectos para sacar de la caja mágica todos los remedios al tedio y a la tristeza.

Me doy cuenta, que soy egoísta, muy egoísta, porque ahora mismo pararía el mundo y doblaría el mapa para cruzar el atlántico y estar a tu lado, porque no me importarían muchas cosas y sé que ese egoísmo jamás lo aprobarías. Y es en este instante donde tengo que sacar el cuaderno de las enseñanzas de mi héroe, cuando hay que darlo todo, cuando la serenidad es ese junco, que mecido por el viento te hace adaptarte a ver las otras realidades, las de personas que viven sus propias sinfonías del desasosiego.

Siempre me gusta escuchar, pero ahora entre los miedos y las melancolías, quiero decirle al mundo lo mucho que te necesito, lo mucho que te añoro y sobre todo que mi vida sin tu luz no es más que oscuridad e inoperancia. Por eso ya que la divina providencia y yo no hemos sido nunca nada, quiero mirar a la nada de un Universo plagado de confines, para pedir que no me faltes nunca. Soy un hermano pequeño que espera llenarse de sonrisas a tu lado y para siempre, el resto de una vida donde la música sea el hogar que un día nos construyeron.

Te quiero Marcos, te quiero hermano.


martes, 14 de febrero de 2012

Febrero (II) Andante entre penumbras



                        Al cultivador que me descubrió a Girondo (entre bellos paréntesis)

 

Escucho el concierto de piano en mi menor de Grieg, poco a poco las notas se van colando entre los poros de mi piel, fuera la calle, donde lejanías y frío con el contrapunto a una sonoridad que me hace evadirme, pero sin que salte al cinturón de asteroides como quisiera.

En el fondo me sumerjo en el teclear del piano, me siento la yema de los dedos, impactando con el marfil, llego a la conclusión que las manos, son como un gran ballet, que ponen en escena toda una coreografía, perfectamente acompasada. Quizás las tristezas sean como un ballet, unas penas en pareja que danzan al compás de una melodía que les impide transfigurarse en siquiera esbozo de sonrisa.

Cuando los acordes se acomodan en el concierto para piano número uno de Tchaikovsky, es como una atmósferas de cierta solemnidad, donde las parejas siguen un compás de indiferencia entre ellas, es como si la melodía les hiciera mirar al frente, el espectador disfruta pero los dedos se tornan estrictos, como si pese a la energía parece que vayan a seguir un ritmo propio, está fuera un campo de gravedad de enorme fuerza ¿hay algún espectador? Eterna duda, el espectador, ese espejo que juzga sin saber si las penas son penas o son rasguños en la piel.

Y sigue el compás, las parejas, las similitudes y las evocaciones. Quedamos absortos, la imaginación se nos escapa, Grieg, Tchaikovsky, Rimsky Korsacov, hemos llegado al callejón sin salida, la música se ha convertido en el vuelo de miles de moscas, esas que también glosó Machado, que también hacía música, otra música, bella, de amores pausados y por tanto totales.

Al final, este Febrero que intento calentar con fuego de notas, con hogar de acordes, termina siendo un enemigo de atroces sonidos por domesticar. Siempre me quedan Lorca, Sibelius y Girondo, con ellos la trinchera frente a esta inexactitud que corre con  los días, es más embriagadora.

En la calle, esa donde todos somos iguales, pero nadie lo sabe porque parecemos distintos, sumario que al final bosqueja soledades que se viven en multitud, y multitudes ávidas de soledad. En el parque de René Le Gall, todas las tardes hay africanos cantando, me paro y les escucho, son estribillos sencillos, y lo más importante, se percibe felicidad en la interpretación, a mi modo de ver es su concierto y yo escucho quiero ser espectador, me hace feliz ser su espectador.

Somos interpretes y espectadores en muchas de las facetas, seremos esa poesía que aún puede arder en fuegos de rosada mañana, con témpanos de hielo a punto de caer, pero somos de otra tierra y de esta a la vez, porque tierra hay siempre aunque sea de por medio. Claroscuro de Fuendetodos y sombrero tejano, otro surrealismo o quizás el que me ha tocado vivir. Ni yo mismo me atrevo a entenderlo, pero con las notas y los dedos que danzan en un compás de imposibles definiciones y con los africanos que cantan en el parque de René Le Gall, compartimos sueños, somos extranjeros en el país de los sueños, en ocasiones todos y casi siempre ninguno.







martes, 7 de febrero de 2012

Febrero (I) Adagio de escarcha



  ¡Gracias al Señor Carcoma, por un libro maravilloso!


Trémolo en nubes de escarcha.
¿Es que no adhiere el hielo?
Sombras en fría madrugada, cerco de luna malva.
Vertidas aguas ardiendo , hielos quemando la piel.

La pincelada de Rubens.
La paleta de Heraclión de mano pegada al pecho
difusas notas con nocturno de corcheas.
Desde hoy hay sueños con pincel de Tapies,
y en la colina de ocasos Febrero,
mira ciego sus sórdidas intenciones.
Clavan la tierra fundida en pensadores y ninfas,
con los besos alocados de Camile y Auguste.

Febrero es vino aromatizado con corcho de plomo,
sorbo de un Ludwig sinfónico, nos enclaustra
sin querer,  todos somos pre-rafaelitas
y  todos seremos lluvia, vapor y velocidad.

Un territorio donde Febrero abre su pecho,  en cada
oscura metamorfosis.
¿Quién no leyó  Rayuela?
Una escarcha lo impedía, es la mente,
que coarta a un Febrero somnoliento,
Nada se planta en la tierra, más que las
Cajas de luz.

Todo el mundo me pregunta,
si , Sibelius o Músorgski.
Y yo, en acordes de mortero os hablo
De un lejano Le Corbusier.

Forjados de Demoiselles, y Picassos con estuco,
Febrero que llega gótico y transformase en Barroco
mientras Courbet me sumerge en el origen del mundo.
Síntesis de una síntesis