lunes, 15 de diciembre de 2014

Ramoneta. El Abalorio


Al bajar de la Ambulancia cuando le dio el frío en la cara, de esa mañana tan gris y a acuosa, sintió como los huesos se le helaban y la sangre apenas le otorgaba una triste chispa de calor en ese cuerpo moldeado por los años, por la el tiempo y por su lengua. Todos los condimentos eran necesarios para crear un ser tan despreciable como Ramoneta Salvador, la Abalorio, la que fue prostituta de baja estopa en el Cabanyal cuando los pescadores tenían oficio y el mar tenía peces para pescar  y vivir de ello.

La Abalorio había cimentado su fama, no como la mejor meretriz dels Poblats Marítims, pero sí, la más cotilla, la más lenguaraz y sin duda la que peores intenciones albergaba en este sucio mundo del prostíbulo, la red y el anzuelo. Ramoneta era despreciable y toda su estirpe lo era con ella, porque su lengua había mandado a muchos con las cuentas de su collar de falsa monea y el látigo de la peligrosidad social a La Modelo, actual Consellería y sobre todo pifia arquitectónica de primer orden, uno no deja de autoafirmarse en estas opiniones.

Como a toda puta de ínfimo nivel le viene a suceder en las novelas de copia y estraza de la Dama de las Camelias, fue a rescatarla un ignorante de Torrefiel que la hizo Santa y Esposa y alcanzo para embarazarla tres veces; cuentan las comadres (en Valencia no hay de eso pero bueno) que Ramoneta, El Abalorio, se paseaba luciendo la primera de sus preñeces imitando un garbo que nunca tuvo porque no es que Ramoneta fuera fea, era directamente nauseabunda.

Y Así entre tocino rancio, vino a parir tres veces un vástago medio lelo, una calca de su cara y sobre todo a su en el punto final a su obra más putrefacta, María José conocida como la Gorda Cotilla, mujer que todo el mundo observa con atención por si en un accidentado mordisco se muere por ingesta de su propio veneno, sobre La Grasa Andante hay dos opiniones: La suya que en la que se auto-considera belleza universal, y la del resto de los mortales, que piensan que no puede haber una mala persona tan mala persona en este mundo traidor donde nada es verdad ni mentira.

Casada felizmente con un Manso –así conocido por su vecinos- es hembra de mucha cama, mucho sofá y mucha lengua, capaz de conocer según ella vida y milagros de vecinos, y toda persona que se cruce en su camino, para las tareas de la casa y la vida como ella dice “Me compre un Manso”; y como tal ejerce dicho manso. Desde este verano la malaventura asedia a La Grasa y a Ramoneta, El Abalorio. La enfermedad ha soldado a la otrora puta cabanyalera a una silla de Ruedas, para ellos injusto, para el resto de la humanidad el comentario de que Dios castiga sin palo.

Pero las buenas costumbres no se pierden, la del tercero una puta que vive con el novio, el de la puerta de al lado maricón seguro, el de la puerta de abajo le pega a su mujer y por supuesto la del primero no va a misa… Pero el destino mariconazo como él solo ha regalado otra descarga chispeante a La Grasa Andante, su niña Amelia María con 14 años preñada por un morito de 16, y es que apenas tuvo vello púbico la Grasita, se lanzó a los mundos de la apertura rápida de piernas.

María José y Ramoneta dicen que lo acabará convirtiendo en un Manso, como su padre y su abuelo, pero del Moro nadie sabe nada, quizás dicen haberlo visto por Barona, otros que en Benimamet, pero son visiones, a día de hoy Ramoneta está preocupada de ver por la ventana de su hija a la vecina de enfrente que dice que recibe hombres cuando nadie la ve, y es que, Valencia es como un jardín y algún día os contaré éstas a quien votaban.

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