miércoles, 31 de diciembre de 2014

Armónicos y pianissimo. Acorde final



Aquí sentados en la noche fría, Paris, Zaragoza, el Moncayo, y Nunca Jamás. Poco importa, desafiando a Zeus y su manto de noches eternas, con la vida como escenografía, con caricias que son letras, con palabras que son suspiros, con pasados que fueron notas y futuros que tal vez se escriban con agua o con sal con tierra o con fuego. Ahora una estrella nueva, en el firmamento, la de un viento. Recuerda yo también soy viento, pero cierzo de voz severa, gélido y natural, el viento debes saber no siempre es frío aunque se presente como tal, porque debajo siempre hay un corazón que late.

Curioso al final no será el cierzo, pero quizás si sea el viento, ahora ya poco importan las alimañas del pasado, ahora en esta noche tu y yo, hablamos de viento, de corazón, de pálpito, en suma de eso que tanto me gusta hacer contigo. Sentires.

Te querré siempre, lo sabes, y serás un sueño fantástico. Eso deberías saberlo, mira por tu ventana del alma. Una sala, un fuego que no arde pero si calienta, un piano que es fastuoso por sus años no por quien lo toca o lo tocó, un músico que escribe y elige esta noche para ti, para esa copa cálida de champagne francés contigo, con tus bondades y miserias, porque el músico solo tiene miserias y vampiriza bondades.

Un año más, 24 horas y 25 años, que paradoja ni Marcos la resolvería con sus operaciones matemáticas imposibles, ¿Te acuerdas de Marcos? es curioso, ahora dos vientos y dos Marcos, dos órdenes y un destino incierto ¿Seguimos?.

Dos vientos, dos Marcos, dos Niños, que serán tres, pero a día de hoy dos niños. El viento mece y acaricia pero el viento no es uno, son dos vientos, un viento de la piel y un viento del alma, ¿Te acuerdas de mí?  Si soy el cierzo, que mecía tu cara por las mañanas cuando te ibas a currar con tú fiambrera, con la música clásica en tu coche, con tu sonrisa recién almidonada, dos trayectos el pasado y el futuro, dos vientos y dos ríos, el Sena y el Ebro.

Al final, dos vientos, dos ríos, dos Marcos y dos Amores, bueno tres ¿Te acuerdas de Álex? Si ese amor secreto que te mece son sus palabras, con su sencillez y su amor, si Álex mi derrota en la vida, pero mi triunfo en el corazón. Dos vientos, dos Marcos, tres niños, tres amores, y la noche cae mientras el eterno río nos mira de reojo, nos alerta que la noche será día nos dice que nada tiene prisa y nada es impaciencia. Si mi niño grande somos más que dos, más que tu y yo, fíjate, somos dos vientos, dos Marcos, tres niños, si quizás seamos tres niños uno yo, otro él  y otro ese viento por definir qué tanta fuerza tiene.

Me gusta esta noche con mi copa, mi piano y mi baño de palabras ¿Posesivo? No, soy el músico sin mí no hay música. Al final soy tu músico del alma, donde toco campanas de estación entre primaveras y otoños. Tenía una colección de “Ojalas”  al final he acabado tirando de mis cimientos más sólidos. Esos que se llenan de agua porque la construcción tiene un cemento de esos valencianos que absorben como una esponja, y, oxidan una ferralla ya endeble por naturaleza. 

Hubo un Vampiro y un cierzo, hubo pasión en Madrid y sexo en Zaragoza y esos secretos de París entre Baudelaire y tú, con tu pinta de intelectual de revista barata y pretensiones de una grandeza que jamás te tocará porque evocando a Machado no catas el vino de las tabernas y no sabes ni en la cama; te lo digo yo que he andado muchos caminos y he abierto muchas veredas, he batido en mil conciertos y me he dejado seducir entre cajas de cerveza. Al final las sábanas se arrugan en Bakú, en Australia y en Granada. Frente a la Alhambra, ya no me acordé  de ti cuando la piel le ardía y su boca se entregaba a todo cuanto yo quería, con el amanecer pensé que al final no eras tan necesario. Nadie es imprescindible por muy bueno que sea en provocar mis emociones.


Aquí son 24 dentro de poco serán 25, será el telón que se abre o se cierra, hadas o faunos, nadie nunca sabe elegir un color cuando la noche es cerrada, notas primeras, timbales y flautín acompañando una cuerda, que son cuatro, cuatro cuerdas que me dan vida, tanto tiempo y nadie ha sabido que las cuatro cuerdas se adaptan al Re o al Sol con la M la B la A y la L, tan solo soy una pero ha merecido la pena. Abril me vio alumbrar letras y acordes, Diciembre en el umbral último me ve despedir mientras el viento mece al Vampiro.


Con el pizzicato y el acorde final se apagó el Vampiro del Cierzo para siempre













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