Quien me conoce bien sabe que
sobre esta canción hablo y hablo, sale a colación en muchas de las veces que
hablo de mi yo y de esos yo que son yo también -cada día las puntuaciones las
hago peor- pero eso no es excusa para hablar de este yo asociado con esta
canción, mi yo ese que pueden ser uno o varios según estados de ánimo, días
nublados o notas perdidas en un espacio con ganas de sonar, notas que han
sonado o notas que tal vez jamás suenen. Es importante que todo suene para un
músico, porque el hombre del saco en mi caso es un monstruo llamado Silencio.
Estaba hablando de una canción y
de mi yo y de otros yo, que por la noche se liberan en mis insomnios, deambulan
por París por calles y cuestas, porque París tiene muchas cuestas demasiadas,
por eso esta ciudad tiene un olor especial cuando llueve, creo sinceramente que
cuando en París llueve mi yo es otro yo completamente distintos a los
anteriormente mencionados. ¡Por cierto! Hoy mi otro yo Marcos ha cumplido 30
años, ese es otro yo del que nunca suelo hablar en estas líneas, pero quizás es
un yo importante porque sin ese yo no entiendo muchas de las operaciones que la
felicidad tiene, no podría valorar sus cocientes ni siquiera entendería parte
de las divisiones de mis propios yo.
Es posible que los que bien me
conocéis ya estáis al corriente de ese yo, porque hablo de él constantemente,
Marcos es ese hermano constante, inteligente y sobre todo conciliador lo
demuestra siempre, si no fuera matemático sería diplomático o sería cestero,
dice que quiere aprender a hacer cestos de mimbre, hay personas que quisieran
dinero, fama, cosas mundanas y mi yo de las matemáticas quiere aprender a ser
un buen cestero, y hacer cestos de mimbre es un yo fantástico como podéis
comprobar.
Esta canción me la enseñó otra
parte de mi yo, puede que fuera hace más de 18 años estoy casi seguro de ello,
porque a mí me han enseñado muchas canciones que hoy considero importantes, de
hecho no había un yo y otros yo que convergen y orbitan en mi yo sin todas esas
canciones, y desde siempre estas canciones me acompañan me dicen y me forjan y
me hacen recordar ese yo inicial, del que tanta sabiduría emana y que hace que
mi yo y esos otros yo sean parte importante de un yo absoluto que no puede ser
porque constantemente necesita fragmentarse en esos yo.
Es por todo ello que me pregunto ¿Qué
he perdido yo? No tengo respuesta, no me voy a molestar en preparar una
respuesta, soy un yo de lluvia en una calle de París, tal vez sea un viento
meciendo unas cuerdas que por casualidad plantean el yo de otros yo, pero
seguiré sin ser respuesta, es posible que jamás tenga un Unicornio azul,
tampoco de otros colores, posiblemente ni mi yo ni esos yo directamente
relacionados lo merezcan, esos juicios los tendrán que hacer otros, de momento
yo y mis yo somos París pero podemos ser infierno, cielo, orilla del río,
Teruel, muro del viejo castillo o tal vez bosque encantado de luciérnagas y Elfos
que en conjunto forman otro yo o pueden ser esos yo que todavía no comprendo.
Es muy posible que si tuviera un
Unicornio, lo hubiera perdido, tengo cierta tendencia a perder las cosas ¡No!
Tengo cierta tendencia a no conservar las cosas que es distinto, por eso no
solo yo soy un yo, por esos hay muchos yo, pero no puedo conocerlos a todos,
por eso mi yo más sensato tiene razón y en la sencillez de aprender a hacer
cestos de mimbre esté la clave.
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