Ese “cada quien es cada cual” de
Serrat, ha sido una de esas constantes que me han acompañado a lo largo de
estos 23 años, claro está que no tenía yo más de 12 cuando lo descubrí por
tanto habría que reducir los años a 11. Una partida es una aurora boreal que
cambia de color y hace cambiar tu retina, un regreso en un atardecer que se
resiste a que la oscuridad sea plena.
He vuelto, para quedarme a tú
lado, para participar en la batalla, siempre he sabido que la guerra la
acabamos perdiendo, porque así es el universo, es como el DO final, cuando
suena victorioso se acaba sea cual sea el compás, pero esto es batalla, y esa
batalla hay que ganarla.
No pienso derramar una sola
lágrima, porque toda la energía la tengo que concentrar en el objetivo, y ese
es ganar, como siempre hemos hecho, quiero volver a Serrat a tus discos de
Serrat. La vida te la dan pero no te la regalan por eso sé que ahora en la
lucha somos los mejores –es curioso- siempre unidos en eso que se llama “estar
bien”. El resto del tiempo discutiendo, que es lo nuestro, pero cuando el “estar
bien” se altera, es como si cambiáramos de estado y nos uniéramos sustituimos
el grito y el reproche por la complicidad, aún recuerdo la Mononucleosis y aún
recuerdo la foto del concierto de La Bullonera que me enseñaste.
Acabo de llegar, no quiero hablar
de América porque América es un cuento que no tiene cabida en eso que llamamos
realidad, acabo de llegar y he venido para quedarme, para no soltar esa mano,
para mirar esos ojos y para pelear en los tiempos que han de venir, ya sé que
tú sabes de medicina más que nadie, pero yo que no sé nada sé que quiero estar
donde tú estés.
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