sábado, 1 de octubre de 2011

LA TORRE DEL ORO, PRELUDIO

La Torre del Oro, David Roberts 1833 Museo del Prado


   Es Gerómino Giménez (1854-1923) ejemplo de excelencia sinfónica, con el poso y base de la música popular andaluza; nota y compás en un espejo de sentimiento. Aquí junto al gran río francés, trabajo en La Torre del Oro, que me otorga el atrevimiento, para poner pensamientos y percepciones a modo de letra, a este suceder de sensuales notas.



 El amanecer estalla en el sonar de timbales,
azahar fundido, delicados aromas de viento.
La luz, entre cal y ocre majestad del Guadalquivir,
rumores de ondas y azules besos y tormentos

Miradas y suspiros, destellos de hoja verde.
Y susurros de deseo piel amarillo limón.
Sonámbulas ensoñaciones,
puente y puente. Alma y alma,
frondas en jardín de fresco sentido.
De tarde y hojarasca, de cuerda rasgada

Piel de tierra, madrugada aún  lejana,
ritmo de vericueto y romance.
Agonía del día engreído, ignorante en la caída,
rendido a la blanca luna.
Sonar de cante y  lamento de fértil poesía.
Reflejo zambra y reja, amantes húmedos.

Sombra de la torre con duende de oro,
sonar de un torrente mágico en dársena de sueños.
Huele a patio de naranjos y tierra tostada
A paseo por la orilla, a fragor de una caricia.

Entre las piedras las sombras, próximo el día muriendo,
mientras el río enamora atardecer de los sueños,
aguas mirando de frente recuerdo al poeta yerto,
con su voz acariciando aquellos barcos veleros.
Rema el día hacia la noche como reman los suspiros
Entre azahares fundidos, plata de cáliz de viento

Entre luces huye el sol, entre marinos las aguas
entre espléndidos acordes deja el día su semblanza.
Que la noche viene ya, junto a la torre encantada.
Entre cuerdas y timbales, la torre mira a la luna,
que aparece triunfadora y generosa de caricias. 

El día dormido ya. La noche goza de embrujo,
 exige ya sus tributos sus ternuras y esperanzas,
con su manto claroscuro con sus estrellas de plata
La torre mece la noche, mientras esta descuidada,
deja embriagada de amor, que en el compás de un si-re-do
 con un trazo Venus Victrix destelle entre brillos el alba.

4 comentarios:

  1. He olido, saboreado y almacenado en mis neuronas con mucha fuerza esta imagen de Sevilla. Has logrado un ritmo enérgico y dramático, sediento de mirada y suspiro que entronca con la poesía de Machado. Y los últimos versos se quedan grabados en la memoria y vuelven imposible la prosa de lo cotidiano, pero vino a salvarme ese fantástico ábside románico de la derecha.

    Un gusto enorme leerte. Realmente me ha encantado. Un saludo.

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  2. Sí, un poema auténticamente español. Al menos, lo que desde Argentina nos han enseñado como poesía española. Son versos en continuo movimiento, con el drama puesto en el paisaje o un paisaje dramático hecho letras/
    Me han colmado todos esos aromas y su delicada repetición circular que amalgama esta impresionante belleza. Te felicito y te agradezco por compartir este fantástico viaje.

    Un gran abrazo desde el sur; me encantó la imagen del día remando hacia la noche como un suspiro creo que no la voy a olvidar.

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  3. Aníbal

    Estuve en Sevilla hace ocho años, entonces, yo tenía trece, pero al leer la partitura de la Torre del Oro, es como si mi mente fuera a contraluz, por la orilla del Guadalquivir, como si fragancias, visiones y sentimientos fluyeran solos. También supongo que sale por todos los poros de mi letra, el inmenso amor a Machado.
    Gracias por tus palabras, Un fuerte abrazo

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  4. Juan Ojeda

    Te confieso mi miedo, lo que califiqué como atrevimiento, por esta incursión en la poesía, pero las notas de la partitura me llevaron hacia estos ritmos sevillanos.
    Y aquí lejos en París, con los acordes de La Torre del Oro, también me sentí remando hacia un intenso tumulto de sensaciones y aromas

    Gracias por tu grata visita, Un fuerte abrazo desde esta orilla del Sena, hacia tu sur enigmático y atrayente para mí.

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