sábado, 2 de julio de 2011

UN RÍO QUE NOS BRINDA PENSAMIENTOS Y SE LLEVA SUEÑOS AL MAR.


Todavía tengo sueño, todavía mis ojos están cargados por el peso de la tierra, esa que nunca toco, pero que me rodea de día. Quizás porque mis ojos quieren permanecer cerrados, así sin el impacto de la luz, la oscuridad se torna cómplice, es el momento en el que un vampiro en el viento puede percibir el vuelo de un hada de la árida estepa del gran río. El sublime momento en que todo se fractura en millones de colores, esos que forman una patria, sujeta por  los poderosos Atlas que transformados en mayos, son guardianes de mi universo de cuatro barras que son como las cuatro cuerdas que me dan constante eternidad.

Soy un vampiro en el viento y por tanto soy un personaje siniestro, pero lo que me da el cariz siniestro, es la tristeza, demasiado sol, demasiado vértigo constante, que me hacen triste, de repente una sombra, unos labios, un optimismo desmesurado, un apasionante silogismo que hace que tan pronto este en un laberinto de caricias como en un remolino de de afectos pasionales, y no pienso no percibo que el amanecer púrpura puede destruir el crisol de mi eternidad. Y yo, en el vacío de mis cuatro cuerdas, en el vacío de miles de letras por ordenar, yo presentando batalla a un nuevo elemento desconocido, apasionante, fuera de mis medidas, fuera de mis elecciones, sin la calidez de una barba blanca, de una sien plateada, de unos ojos plenos de experiencia, todas esas cosas que forman una un tapiz que adorna el recóndito cuarto de mi alma.

Y en el vampiro del viento comienzan los pensamientos, los buenos y los malos, aquellos que me sacan del laberinto de la pasión porque la carne es sencilla, y la tentación es un yunque donde un dios menor forja una espada. Y me da miedo el esperpento, me da miedo acabar siendo el vampiro derrotado. Me acuerdo de Mulan, aquellos nervios en la puerta del cine Palafox, esa ventana abierta a la fantasía, era el momento esperado, era la inmersión definitiva en las aguas del gran río esta vez de la aventura. Apretaba la mano de mi Héroe, y mi mirada brillaba con la excitación del momento, ojos brillantes, me había portado bien toda la semana para ese momento.

Anoche volví a apretar esa mano, pidiendo esa complicidad que los Héroes saben dar, porque forma parte de ellos, por eso son Héroes.

¿Qué te asusta, tú que eres parte de la sombra?

-Me asusta que estoy en una galaxia perdida, me he dejado mi osito de peluche, pero no lo hecho de menos.

- Me asusta moverme entre las sombras y que la luz me queme y me asusta que yo ya me despedí del gran río para siempre, y no creo que sepa volver a remontarlo.

El Héroe, fijó la mirada, en el vampiro, sus ojos azules expresaban el inmenso amor de su corazón, se pasó la mano por las ondas de su pelo rubio, y su sonrisa iluminó toda la estancia.

¿Quieres una flor del tiempo?

Sí, la necesito.

-Hablaré con Hora, aunque solamente tienes que mirar aquello que te seduce y decir: ¡¡Necesito tiempo!!, no eres cobarde eres un vampiro del viento y por tanto, no sabes andar en el mundo real, nadie te ha enseñado. Al menos en el mundo donde no preside la piel cargada de experiencia y las sienes plateadas que en parte te han forjado. Puedes quedarte a dormir, yo también necesito abrazarte y compartir tu desasosiego. Ahora la oscuridad te lleva allí donde quieres estar solo el amanecer te devolverá.

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